Lugares comunes
Desde la antigüedad clásica y hasta la actualidad, diversos intelectuales utilizaron una práctica para gestionar información tanto con fines de aprendizaje como de creación que se llamó cuadernos de lugares comunes.
Lugar común no se refiere al sentido moderno de “expresión muy empleada”, sino que es una traducción del término latino locus communis que significa “un tema general o común”. Estos temas conocidos se recogían mediante un sistema de categorías o simplemente con títulos diferentes de las anotaciones personales.
Estos cuadernos o libros de lugares comunes tuvieron gran popularidad en el renacimiento y especialmente en el mundo anglosajón. Muchos de estos cuadernos se conservan y algunos han sido publicados. Personajes como Isaac Newton, Erasmus Darwin (el abuelo de Charles), John Bell, Carl Linnaeus, Francis Bacon, Virginia Woolf, Mark Twain, Henry David Thoreau y hasta hay ejemplos en el siglo XX como el de Ronald Reagen, escribieron este tipo de notas. En el siglo XVII, los lugares comunes se habían convertido en una práctica reconocida que se enseñaba formalmente a los estudiantes universitarios en instituciones como Oxford.
Los sistemas de gestión de conocimiento digitales permiten desarrollar esa misma práctica y mucha gente hoy en día crea cuadernos de lugares comunes. Hay una actitud general en esta práctica que la diferencia del sencillo subrayado o la simple toma de notas. Tiene que ver con el pensamiento crítico y con la separación entre el material de estudio y la reflexión propia. En psicología y pedagogía lo llaman metacognición. Y es una habilidad que desarrolla nuestro intelecto e identidad.
Dice Quevedo en su soneto Parnaso español que al leer habla con los muertos. No solo los escucha, sino que vive en conversación con ellos. Registrar nuestra conversación con los autores, además de capturar lo que nos exponen, potencia la experiencia y el placer de la lectura.
Retirado en la paz de estos desiertos, con pocos, pero doctos libros juntos,
vivo en conversación con los difuntos
y escucho con mis ojos a los muertos.